Aunque llevo desde el 2006 trabajando con grupos de jóvenes en diferentes lugares de la provincia de El Oro, es a partir del 2010 cuando llegué a un nuevo nivel: la docencia, la verdad que iniciar a ser docente es un gran reto, un compromiso que me lleva a buscar la manera de llegar a los demás y recordar que lo mejor es ” Enseñar a pescar y no dar el pez en la mano”.
En ciertas ocasiones algunos creen que es algo sencillo, pero la verdad que se requiere de mucho tiempo para planificar las clases, revisar material, estudiar, investigar, escribir, etc. pero esto vale la pena cuando los chicos en el aula se identifican con el tema y comparten sus puntos de vistas en relación a la clase, ese momento sabe a Gloria porque demuestra que todo “ha valido la pena”… mientras que cuando existe apatía por parte de tu público hace que te cuestiones ¿Qué hago mal? ¿No son ellos, soy yo? ¿Acaso no tienen una mejor inspiración? ¿Qué hizo el sistema educativo con ellos? ¿Quién mató sus anhelos? todo esto es porque como docentes nos preocupamos acerca de el futuro y la herencia que dejaremos para el progreso de nuestros pueblos.
Estoy consciente que falta camino por hacer, pero le vamos echando ganas y guardo en mi memoria el consejo de mi padre Hugo, quien fue docente voluntario y formador de formadores por muchos años. Cuando le conversé de mi idea de convertirme en profesora, el me dijo:
“Debes prepararte, no es agradable que quién está al frente hable disparates… si el profesor no sabe ¿Cómo van a mejorar sus alumnos?”.
Esto en base a que mi padre Hugo fue quién abrió mi mente a los libros, las historias, las matemáticas, literatura, música… mi herencia es parte de las fortalezas de cada uno de mis padres: el dibujo, el arte, viajes, cultura general, fotografía, humanismo e interculturalidad aprendida les debo a ellos: Hugo, Juanita, Wilmer, Noemí, mis padres y a mi abuela Angelina.

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